"No olemos a campeón, solo a perfume. Tenemos que tener los pies en el suelo que la final será durísima". Esas palabras las eligió Antoine Griezmann tras el triunfo ante Bélgica y el pasaje a la final del Mundial de Rusia 2018.

 

El atacante francés es la bandera del equipo de Didier Deschamps. Al igual que lo hace con la camiseta del Atlético de Madrid, Griezmann es uno de los futbolistas más sacrificados del equipo, es el que mantiene charlas con el entrenador para comunicarle a sus compañeros y es el encargado de mantener al equipo con los pies sobre la tierra.

"Toinou" como le decían de pequeño tuvo varios problemas para iniciar su carrera como futbolista. Olympique Lyon, Sochaux, Saint-Etienne y Metz lo rechazaron ya que era muy bajo de estatura. Incluso, el Auxerre lo rechazó porque la radiografía de muñeca (prueba que usaron en Francia para predecir la altura futura de un niño) no dio los resultados esperados.

 

La vida hizo que Eric Olhats, ojeador de Real Sociedad en Francia, se cruce en el camino de Griezmann. Roberto Olabe, director deportivo del club español, aceptó al pequeño Griezmann (hoy de 1.75 m) con 13 años. Rápidamente se hizo muy importante en el club y fue la gran figura del equipo. En 2009 debutó como profesional en el club vasco y en 2014 llegó al Atlético de Madrid, donde se hizo pieza clave del equipo.

 

El futbolista de 27 años hoy es la gran figura de Francia, más allá del alto nivel que está mostrando el joven Kylian Mbappé. Griezmann es el líder del equipo y hasta lo demuestra con gestos como el que tuvo ante Uruguay cuando no gritó su gol por respeto a ellos que le han dado mucho en su carrera. Un crack que lleva la bandera de su país en la espalda y que sueña con coronarse en el Mundial de Rusia como lo han hecho jugadores como Thierry Henry o Zinedine Zidane.