Independiente logró una emocionante clasificación a la próxima fase de la Copa Sudamericana: perdía 2-0 ante Fortaleza y quedaba eliminado de la competencia (en la ida se había impuesto por 1-0). Sin embargo, en el segundo minuto de descuento, Fabricio Bustos cerró una jugada a puro amor propio con un toque al primer palo y desató la locura del Rojo, que respiró aliviado tras un par de semanas complicadas.

Juninho, de penal, y Marlon, habían conseguido la ventaja para el local, que parecía decisiva. Pero Alan Franco empujó desde el fondo, condujo con friterio, Velasco abrió para un Bustos (que había sido uno de los futbolistas de menor rendimiento) que tiró un centro rasante que se le metió en el primer palo al arquero. Y el equipo que lucía derrotado se marchó al vestuario envuelto en alegría.

El Rojo salió al campo de juego con la idea de bajarle el ritmo a la búsqueda del dueño de casa y evitar que se haga ancha con la subida de los laterales. Pero el empuje del dueño de casa y la complicación de la temperatura elevada provocaron que poco a poco se fuera refugiando en su campo y apostando en exceso a la contra.

A los 4 minutos, David provocó la primera gran intervención de Martín Campaña. Luego, desde el manejo de Juninho y el desequilibrio de Osvaldo como estandartes (y la espalda de Fabricio Bustos como terreno fértil), Fortaleza lastimó a fondo: a los 23, el citado Osvaldo hizo valer un error no forzado de Independiente, enganchó ante el lateral, quien le cometió penal. Tres minutos después, Juninho, con un remate cruzado y ajustado contra el palo, puso el 1-0 y la igualdad en la serie.

Luego, con más voluntad que fútbol, los dirigidos por Rogerio Ceni merodearon el área visitante, pero sin profundidad. El Diaglo, con Domingo Blanco y, sobre todo, Leandro Fernández, tomó oxígeno. A los 44′, el delantero probó desde afuera y Felipe Alves sacó el tiro por encima del travesaño.

Con Fortaleza más lanzado en ataque, Independiente comenzó a encontrar más espacios en las réplicas, desnudando algunos problemas en el retroceso del conjunto brasileño. Sin embargo, la fe del local, empujada por el público, resultó contagiosa. A los 6 minutos, Osvaldo, incontenible con su gambeta, volvió a desparramar a Bustos y Campaña bajó la persiana.

Rogerio Ceni movió el banco para lograr el objetivo del segundo gol e hizo ingresar a Marlon por Romarinho, vertiginoso, pero con poco final en sus acciones. Y a 11 minutos del epílogo, el lateral Gabriel Dias cedió para el mencionado Marlon, quien apenas 60 segundos después de ingresar firmó el 2-0.

El Rojo reaccionó desde el corazón. Andrés Roa y Alan Velasco le dieron algo de rebeldía, empujados desde el fondo por un Alan Franco que nunca claudicó. A los 84′, una arremetida del colombiano se fue por encima del travesaño. Y a lo 87, un cabezazo de Cecilio Domínguez cayó sin problemas en las manos del arquero. Pero llegó la jugada heroica. Y los dirigidos por Pusineri, que arrastraban los cuestionamientos por las derrotas en el clásico ante Racing y la última ante Gimnasia, terminaron celebrando, en lo que puede servir como punto de partida para una recuperación.