Hay abrazos, manos al aire y una corrida hacia el arco defendido por Martín Campaña. Allí, en el área propia, Independiente terminó sufriendo los avances del Cerezo Osaka. Pero el campeón de la Sudamericana consiguió aferrarse al gol de Silvio Romero del primer tiempo que le permitió atesorar su 20° título internacional al ganar la Copa Suruga Bank frente al campeón japonés.

Fue un partido irregular el de Independiente. Dominó en la primera mitad, consiguió el gol y mereció sacar más ventaja. Pero, después de un buen arranque, el complemento se transformó en una pesadilla en la que el campeón japonés tuvo buenas oportunidades de igualarlo.

Estaba a miles de kilómetros de casa, pero eso no se notó en el estadio Nagai, que pareció un rincón del Libertadores de América. Miles de hinchas del Rojo llegaron a Japón para acompañar al equipo de Ariel Holan, que en el primer tiempo mostró su identidad de juego.

El equipo argentino tuvo su primer avance apenas a los cuatro minutos. Benítez perforó la banda izquierda y mandó el centro al corazón del área para Gigliotti, que el arquero del Cerezo cortó con los puños.

A los 8 minutos se dio una jugada clave, que hizo extrañar la utilización del VAR. El centro desde la derecha de Maxi Meza fue interceptado por la mano del japonés Tatsuya Yamashita. El árbitro Matthew Conger no lo interpretó así y sancionó un córner.

Poco después, cuando el Cerezo parecía salir del asedio del Rojo, Pablo Hernández se hizo cargo de un tiro libre en la puerta del área que casi pone en ventaja a su equipo. Su remate, con destino de ángulo, se fue cerca del poste derecho.

El monólogo de Independiente lo puso otra vez cerca del gol a los 22 minutos. Gigliotti peinó un centro de Franco y la pelota le quedó a Hernández, que llegó a tocarla pero sin poder darle dirección, simplificando la tarea del arquero Tanno.

 

 

 

Merecía ampliamente el gol y a los 27 minutos decantó. Una buena jugada colectiva, y la ayuda de rebotes tras los toques de Benítez y Hernández, terminó en el gol de Silvio Romero, quien con el arco vacío no falló para anotar el 1-0.

Pese al gol, Independiente sabe que no se puede descuidar, como hizo un par de minutos después. El campeón japonés -retraído durante todo el partido- aprovechó la velocidad de sus hombres para un contra que pudo haber sido letal de no ser por la definición defectuosa de Takagi.

Fue, es verdad, un espejismo apenas. El dominio del Rojo durante la primera etapa fue apabullante. Incluso, mereció verse reflejado en más goles. Lo único que mantenía abierto al complemento era que el equipo de Holan no había logrado lastimar en ataque, además de la posibilidad de que el local pudiera aprovechar el aspecto físico. 

Los primeros minutos, sin embargo, fueron una continuidad del primer tiempo. Y a los 11 minutos Romero volvió a estar cerca del gol, con un cabezazo que se fue apenas alto. 

Sin embargo, pronto empezó a sufrir por esas chances desperdiciadas. Los envíos aéreos del Cerezo se convirtieron en una preocupación para Independiente, fundamentalmente para Campaña, que tuvo que intervenir para evitar el empate cuando Fujimoto apareció en el primer palo y para descolgar otro centro con sus puños en la jugada posterior.

Holan, entonces, comenzó a mirar el banco de suplentes. Y a los 22 minutos decidió hacer el primero de los seis cambios disponibles: Carlos Benavídez ingresó por Romero para reforzar un mediocampo desordenado y perdido. Enseguida, Cerutti reemplazó a Benítez.

Pero los cambios no despertaron a Independiente, que casi ve desmoronarse su sueño cuando al partido le quedaban 15 minutos y Mizuki Ando probaba al arco en la chance más peligrosa del campeón japonés. Y el sufrimiento no paró hasta el final: a los 43 Souza probó de tiro libre y a los 45 se lo perdió Katayama.

Aunque el técnico siguió buscando variantes, Independiente no se desenredó. Se aferró a aquel gol de Romero que le permitió llegar a su 20° título internacional. Con el pitazo final, respiró aliviado. Volverá de Japón con una nueva estrella.