El 14 de junio de 2009 es una bisagra en la vida de Sara Brizuela (51). Hubo un antes rutinario de ex secretaria, comerciante y mujer divorciada con un hijo, que desde hacía más de dos años ensayaba una nueva vida sentimental con el mecánico Roberto Bernavé Díaz (57), hasta ese 14. Y un después que cambiaría todo para siempre, de la manera más violenta: ese 14, en la tarde, la mujer empuñó una pistola que tenía en su casa y mató a tiros a su novio. Desde ese día admitió que mató y fue presa, pero ahora tiene la posibilidad cierta de quedar libre. ¿Por qué? porque un perito psiquiatra local considera que no es peligrosa para sí ni para terceros, que tiene personalidad sumisa y no la propia de un criminal y, lo fundamental, que no comprendió la criminalidad de su acto en el momento de matar, dijeron fuentes judiciales.

Esa conclusión creó dudas en el juez que investiga el caso, José Atenágoras Vega (Cuarto Juzgado de Instrucción), quien ordenó el envío de la sospechosa a Mendoza para que dos expertos forenses del poder judicial de esa provincia la analicen y confirmen o no el primer informe. Si la conclusión se ratifica, Brizuela podría salir ya que le atenuarían el grave delito que le atribuyen: homicidio agravado por ensañamiento, es decir por someter a la víctima a un sufrimiento innecesario antes de ultimarlo, dijeron fuentes judiciales.

La pregunta que ya ronda entre los pesquisas judiciales es si Brizuela mató en un estado de emoción violenta, es decir si actuó sin saber lo que hacía y sufrió un olvido temporal de sus actos, desbordada en sus frenos inhibitorios a causa de la supuesta agresión de su novio. Matar en ese estado convierte al homicidio en un delito excarcelable.

Todo pasó alrededor de las 19,45 del 14 de junio último en la casa de la mujer en la Villa Ferra, Pocito. Brizuela relató que ese día discutió con Díaz porque el hombre se resistía a irse a vivir con ella. Que como en otras ocasiones la discusión terminó en una agresión del hombre. Y que fue en ese momento en que lo mató a tiros.

Pero en ese relato hubo un hecho curioso: el olvido de la mujer de la forma precisa en que mató, es decir de dónde sacó el arma, qué hizo la víctima o la cantidad de disparos que lanzó. Las pericias determinarían luego que dos de los disparos alcanzaron a rozar el rostro de Díaz, otro lo hirió en un glúteo y otros dos más, los letales, dieron en el pecho.

Fue al abogado defensor de Brizuela, César Jofré, a quien le pareció extraño el llamativo olvido de la mujer sobre el momento exacto del homicidio, y por eso pidió al juez que le tome una nueva declaración. Entonces la duda también se generó en el magistrado, quien ordenó examinar mentalmente a la mujer para saber si su olvido era estratégico para autofavorecerse o si había algún problema psíquico de por medio.

Y el psiquiatra Héctor Del Giúdice confirmó con su examen la segunda suposición. Pero el juez no quiere dudas y por eso espera que desde Mendoza le confirmen quiénes harán un nuevo estudio mental de Brizuela, un hecho que daría un nuevo golpe de timón en en la vida de la mujer.