Devastado. Eduardo Martínez (2645329151) muestra la gruta de la Difunta. Atrás, lo que quedó de su casa y su comercio.

Ayer todo era desesperanza, dolor y drama para los afectados por el incendio en la distribuidora de garrafas de Rivadavia, en el día después del tremendo siniestro que dejó en ruinas al dueño de ese comercio y a la familia que al lado tenía un almacén.

Eduardo Esteban Martínez (61), con la cara larga y vislumbrando angustia, dijo que quedó en la calle pues perdió su trabajo y su casa. El comercio, bajo en nombre de "Benavídez Gas", funcionaba en ese lugar (Benavídez al Oeste de Almirante Brown) desde hacía diez años. En el frente de la propiedad se encontraba ese recinto de 5x5 metros y al fondo la prefabricada donde el hombre vivía solo. 

De eso prácticamente no quedó nada a salvo, a excepción de una pequeña gruta con la imagen de la Difunta Correa emplazada en el fondo de la vivienda. Martínez mostraba las flores y el recipiente con agua que había colocado, ambos casi intactos, y agradecía que no hubo muertos ni heridos graves. "Porque lo que pasó fue terrible, pudo ser una desgracia mucho más grande", apuntó.

Sin nada. El almacén de al lado quedó destruido y su dueña dijo que no sabe cómo seguir. Para ayudar: 2644523692.

El hombre relató que para hacer unos pesos decidió abrir el primer día del año, aprovechando que casi todo estaba cerrado.

Dijo que a la siesta cerró, que se fue a visitar a su padre y que casi una hora después, cerca de las 17, le avisaron que su propiedad estaba en llamas. Al llegar vio fuego y escuchó explosiones. Contó que se tomó un ansiolítico y otra pastilla para la presión, pero que se puso tan mal que tuvieron que llevarlo al Marcial Quiroga. Por la noche le dieron el alta y ayer, con la luz del día, comprobó la magnitud del siniestro. "No me quedó nada", resumió antes de pasar a contar que su casa, toda de madera, fue consumida entera, junto con sus muebles, aparatos, ropa y hasta ahorros en dólares y pesos. Sobre la causa, Martínez dijo que no se descarta nada, ni la posibilidad de que pirotecnia haya caído entre las garrafas situadas a un costado del comercio, pero reveló que la hipótesis principal de Bomberos es que hubo una baja de tensión y un cortocircuito en un freezer que había en la casa. En minutos las llamas se apropiaron del hogar, luego se extendieron al comercio, ubicado en el frente, y también provocaron la explosión de al menos tres de las 20 garrafas que había en el patio. Una de ellas hundió la pared del almacén de al lado y otra atravesó el techo y cayó al patio de esa familia vecina, los Quiroga, quienes perdieron ese negocio que abrieron hace dos años. "Se quemaron las heladeras, la mercadería, las estanterías, el aire, los parlantes, todo... y el techo puede caerse", lamentó Alicia Quiroga (53), que vive en ese lugar con 4 hijos y 4 nietos. Su consuelo es que el resto de la casa se salvó, pero admitió que no sabe cómo seguir. "Tengo una tristeza enorme, pero fue un accidente, al vecino no se le puede decir nada", cerró.