Gran esfuerzo. Ciento veinte jóvenes, integrantes del movimiento católico de Schoenstatt, participaron en la séptima edición

En esta ocasión la Fe no fue para mover montañas, sino para caminarlas. En la séptima edición de la peregrinación "Cruzada de María", que partió de Mendoza el pasado 19 de enero y arribó a la capital de Chile, Santiago, el 5 de febrero, cuatro sanjuaninos integraron el grupo de 120 jóvenes de Argentina, Chile, Paraguay y Brasil que asumieron el desafío de cruzar a pie la Cordillera de los Andes.

Rodrigo Arcerito, Juan Ignacio Giménez, Mauro Costa y Lucas Zanetti son integrantes de la rama juvenil masculina del movimiento apostólico de Schoenstatt, el que comenzó a realizar esta peregrinación desde 1999, emulando la de Santiago de Compostela."Se realiza cada tres o cuatro años y fue por iniciativa de un sacerdote chileno", afirmó Rodrigo, quien detalló cómo era un día durante esas 18 jornadas.

Inolvidable. Desde la izquierda, Rodrigo Arcerito, Juan Giménez, Lucas Zanetti
y Mauro Costa, los cuatro sanjuaninos que participaron en la 7ma edición.

Se levantaban entre las 4 y las 5 de la mañana y, luego de desayunar y levantar campamento, caminaban un promedio de 8 horas seguidas (la jornada más larga fue de 12 horas para algunos peregrinos), siempre al costado de la ruta. El almuerzo siempre fue menú fijo: una papa, un tomate y un huevo duro. Por la tarde se oficiaba una misa (entre los sacerdotes, había un portugués, y entre los seminaristas, un alemán y dos mexicanos).

Especial. La misa al pie del Cristo redentor, en el límite entre Argentina y Chile,
fue un momento que todos los protagonistas recordaron como movilizante.

El tiempo libre era para curar los dolores del cuerpo y la cena era el momento diferente, porque despertaba la curiosidad en qué consistiría el plato: guiso, lentejas, arroz o fideos podía ser la sorpresa que concluía la jornada, antes de ir a dormir, donde también hubo variantes. Porque si bien descansaban en carpas, también fueron hospedados por gendarmes y carabineros y una noche fue dormir a la intemperie, bajo el Puente de las Avispas, en Potrerillos.

Los sanjuaninos cumplieron con la consigna de llegar juntos al Santuario de Bellavista.

Entre los sanjuaninos, Giménez reconoció que dijo que sí a la invitación, pero no estaba seguro de poder afrontar el desafío físico. En un momento, se produce el quiebre. "Llevábamos 3 días de marcha y ya estaba extenuado. Llegué último, quince minutos después del anterior al campamento. Esa noche hubo una tormenta muy fuerte y se inundaba la carpa. Entonces un mendocino, con su violín, empieza a tocar el tema de la película Titanic. Y yo, con un silbato, empecé actuar como en la película. Reírnos fue lo que nos ayudó a levantar el ánimo y seguir adelante".

A Costa le llamó la atención cómo el esfuerzo del grupo despertaba empatía en la gente, que primero no entendía qué hacía ese centenar de chicos caminando al costado de la ruta. Recordó que en suelo mendocino les regalaron una tarde budines y luego un chileno, melones y sandías.

Zanetti recordó el día en el límite y la misa se realizó al pie de la estatua del Cristo Redentor. "Más allá de la emoción porque cumplíamos con la mitad del recorrido, entre los 40 argentinos se despertó un gran sentimiento por nuestra Patria, cuando cantamos el Himno Argentino".Y Arcerito agregó otra. "Nosotros queremos construir nuestro Santuario en San Juan, que será en 25 de Mayo, cerca de Amancay. Como símbolo, llevamos un ladrillo en la mochila para pedir que consigamos esa conquista. Lo contamos una tarde y a partir de ahí, muchos se ofrecieron para cargar un día con el ladrillo".

Protagonistas

LUCAS ZANETTI / 23 AÑOS

Los vínculos que se generan son increíbles. Al principio hay un montón de caras raras y en unos días parecen amigos de toda la vida. Un grupo de tucumanos vino a San Juan antes de su regreso.

RODRIGO ARCERITO / 22 AÑOS

Vivís momentos muy diferentes. Por un lado el cansancio, los dolores por el esfuerzo. Por otro, nosotros cuatro volvimos todavía más amigos. Y hay unos paisajes que son únicos.

JUAN GIMÉNEZ / 22 AÑOS

Poder lograr algo que no me creía capaz fue una gran enseñanza. En los primeros días hay un quiebre. Llega un momento en que no pensás cuánto camino queda por recorrer, sino que disfrutás de ese día.

MAURO COSTA / 26 AÑOS

Después de almorzar todos los días una papa, un tomate y un huevo y de dormir en esas condiciones, inevitablemente valorás que tenés todos los días en tu casa un plato de comida caliente y una cama.