Durante dos semanas de julio de 2010, las historias de terror en torno a una extraña y horripilante mujer, se acumulaban una tras otra en la localidad albardonera El Rincón. No había persona de la zona que no hubiera visto u oído alguna experiencia cercana con aquel ser tenebroso al que acordaron llamar: “La Viuda”.

A través de sus relatos, pronto pudieron armar el perfil de aquella criatura caracterizada por seguir sus costumbres sin salirse del “libreto”.

Físicamente, era “una vieja jorobada que andaba sola, vestida de negro y levitaba”. Tenía además una cara espantosa y le colgaban harapos que llegaban al piso. Su cabeza, estaba siempre cubierta con una especie de capucha.  

Quienes la vieron aseguraron que parecía estar bajo el efecto de alguna sustancia, “como ebria”, por su zigzagueo a centímetros del piso.

“La Viuda” era puntual, se manifestaba todas las noches a partir de las 2. Y también tenía un lugar fijo de aparición en aquella localidad: la calle Sarmiento, a la que recorría errante hasta perderse en una ripiera.

Su otro hábito, era acompañar a conductores de autos y motos que pasaban por allí. Ellos, advertían su espantosa presencia al mirar por el espejo retrovisor, alertados por la extraña sensación que los invadía de golpe. La veían ahí, sentada en el asiento trasero, inmóvil, pero generando incluso que el aire se helara. Además de impredecible era escurridiza, en cuestiones de un parpadeo ya no estaba, desaparecía sin dejar rastro.

Muchos vecinos aseguraron también que, mientras caminaban, la observaban frente a ellos y que, asustados por lo que podía suceder, daban la vuelta. Sin embargo volvían a topársela.

Las historias sobre sus apariciones fueron tantas que la ubicaron en una infinidad de lugares sobre la misma calle: en la vereda, caminando sola por la banquina, siguiendo a un ciclista, en la puerta de la cancha de la zona, en el interior de los vehículos o incluso mirando fijamente a una mujer que regaba la vereda.

Esta última fue quizás la testigo más horrorizada por su presencia y salió a advertir y suplicar a sus vecinos: “Si alguno la encuentra, nunca jamás la miren a la cara. Es realmente espantosa”.