En acción. Los alumnos de la Escuela Industrial recorrieron las instalaciones del edificio con los ojos tapados y usando el bastón blanco para guiarse.

Ni bien les hicieron la propuesta, los chicos se cubrieron los ojos entusiasmados por la experiencia que iban a protagonizar. Pero, llegado el momento, el entusiasmo se convirtió en angustia, una sensación que mantuvieron hasta el final de la actividad. Fueron los alumnos de la Escuela Industrial que ayer participaron de la "Jornada a ciegas", enfrentando el desafío de caminar sin ver. La organizó el municipio de la Capital en el marco del Día del Bastón Blanco con el objetivo de crear conciencia y empatía con las personas no videntes.

Miedo es la primera palabra que los alumnos mencionaron al iniciar el recorrido por la escuela. Es por eso que no caminaron solos, sino guiados por una persona no vidente.

La caminata a ciegas arrancó muy lenta, pero se fue acelerando cuando los alumnos tomaron un poco de confianza. Aunque, en varios momentos, incluyó un desafío mayor. Fue cada vez que se toparon con matafuegos, calefactores y botiquines colgados en la pared y a baja altura. Estos elementos representan los principales obstáculos que se encuentran las personas ciegas en los edificios públicos. "Los no videntes usamos las paredes a nuestra derecha como guía. Y es sobre ellas que instalan todos estos elementos. Es que aún los edificios no están adaptados a nuestras necesidades. Por eso es importante este tipo de actividades, para comenzar a generar los cambios", dijo Oscar Olarte, no vidente.

La charla. Los alumnos también participaron de una charla que incluyó el testimonio de personas no videntes que hablaron de cómo salieron adelante.

Tras la caminata, los alumnos también participaron de una charla que incluyó testimonios de personas con esta discapacidad y que apuntó a generar conciencia y empatía con los chicos, y también a transmitir un mensaje positivo sobre que la ceguera no es un impedimento para la superación personal ni la concreción de los sueños.

Uno de los primeros en compartir su experiencia con los alumnos fue José Manuel, quien hace 35 años perdió la visión por completo. Pero esto no le impidió el sueño de formar una familia y de ser padre. "Tengo una nena de 3 años y ambos hemos aprendido juntos a vincularnos. Jugamos juntos, la llevo al jardín y compartimos el día a día sin problemas. Le hicimos comprender que yo no veo y que por eso me cuestan más algunas cosas, así que nuestra relación es fantástica", dijo el hombre.

María José también es no vidente. Y contó que trabaja y entrena para mantenerse en forma. También, que aprendió a cocinar sin correr riesgos. "Las personas que no vemos tenemos la capacidad de adaptarnos para continuar con nuestras vidas. Por eso creemos que las ciudades y las comunidades también pueden hacerlo para mejorar nuestras condiciones de vida. Y esta adaptación pasa por hacer pequeños cambios como instalar semáforos sonoros o una aplicación que nos indique qué colectivo viene", sostuvo la joven.

> ALGUNOS PROTAGONISTAS

  • Eliam Tejada

Alumno de 3er año “Cuando empecé a caminar con los ojos tapados me sentí muy perdido y hasta me dio vértigo. Fue una experiencia que me provocó un poco de miedo, pero muy positiva”.

  • Lautaro Ceschín

Alumno de 5to año “Caminar a ciegas me provocó mucha incertidumbre por no saber qué podía pasar, y miedo a caerme. Pero fue una actividad que me generó empatía y ponerme un ratito en el lugar del otro”.

  • Shankara Pinto

Alumno de 5to año “Comprendí los peligros a los que se exponen las personas no videntes porque ni los edificios ni las calles están adaptados a sus necesidades. Y que hay que empezar a cambiar la situación”.