El doctor ingeniero Oscar Dölling, director del Programa "Gestión Integral de Cuencas Hidrográficas, ingeniería Hidráulica y ambiental" de la Universidad Nacional de San Juan y al que consultamos sobre el impacto hídrico de la última nevada en la cordillera sanjuanina sobre el derrame final para regar los campos locales.


Comenzó señalando que "la nevada no contradice los pronósticos de una estación seca. Hay que tener en cuenta que históricamente las nevadas importantes se daban en los primeros días de marzo, en abril y este año se dio prácticamente los primeros días de junio".


En segundo lugar marcó: "Además no han sido uniformes las precipitaciones en toda la cordillera. Por ejemplo, la estación Calderón con 60 centímetros informa una importante precipitación en centímetros, mientras en Corrales de Alambre prácticamente indican 0 de altura. Nada al domingo pasado".


"Hemos trabajado con imágenes del satélite detectando un área cubierta de nieve de 5.600 kilómetros cuadrados al 31 de mayo, en una cuenca de 20.000 kilómetros cuadrados y cuando pueden haber registros de 18 a 20 mil kilómetros cuadrados cubiertos de nieve", indicó agregando: "No cubren toda la cordillera marcando el volumen que podemos llegar a tener. Hemos tenido 4 nevadas. Una el 29 de mayo, otra el 31 de mayo, otra el 1 de Junio y una más el 6 de junio registradas por Hidráulicas".

 Ingeniero Oscar Dölling


Según Dölling "en promedio se acumularon unos 43 centímetros de nieve en toda la cuenca. Recordemos que la nieve es muy porosa y por ende hay que calcular un equivalente de agua de nieve. Este cálculo significa dividir en 10 estos centímetros registrados, para estimar realmente el agua precipitada como si fuera una lluvia".


Es decir que, "tomando el área cubierta si lo llevamos a agua de lluvia podemos estimar en unos 240 hectómetros cúbicos aproximadamente". 


Este volumen es el equivalente de lo almacenado al inicio de la corta en los diques. Pero, "no toda esa agua precipitada va a finalmente alimentar los embalses. Un buen porcentaje se va a sublimar, es decir, pasar directamente del estado sólido o de nieve al gaseoso o vapor como vapor de agua. Entre un 20 a 50% según las condiciones del lugar, la época del año y la altura del lugar. Otra parte se va a derretir y escurrir en los suelos y otra parte quedará atrapada en las lagunas de la cordillera".


Además, "debemos tener en cuenta que la cuenca cordillerana está completamente seca porque venimos de un década con nevadas en baja y por lo tanto gran parte de esa agua de la nieve cuando se derrita va a ir a recargar las lagunas y los acuíferos cordilleranos que están secos".


"Estamos estimando que un 25% es lo que finalmente va a escurrir finalmente a los diques que permiten irrigar el Valle de Tulum. Nosotros estamos estimando que de esta última nevada llegarán unos 45 a 60 hectómetros cúbicos con mucho optimismo" afirmó el científico.


LOS DIQUES 

"Los bajos volúmenes de agua almacenados y el hecho de que estén bajo sus cotas de seguridad operativa y estructural pone en peligro su subsistencia ya que estamos obligados a usar las obras en maniobras que no están diseñadas para eso. Es decir, utilizar los descargadores de fondo y otras estructuras con el riesgo que esto implica", explicó Dölling.


"Ya hay arrastre de sedimentos que dificultan las operaciones mencionadas pero que además pone en riesgo la calidad del agua ya que con estos pocos volúmenes se facilita la proliferación de algas y microorganismos que afectan la salud de las personas como lo sucedido oportunamente en el Dique San Roque de Córdoba", afirmó.


REALISTAS

"Yo soy un hombre de mucha fe. Creo profundamente en Dios y la Virgen y a ellos sinceramente rezo para que no se cumplan los pronósticos que elaboro, pero la realidad marca un panorama bastante complejo para este ciclo", afirmó Dölling agregando: "Si uno ve los registros de nevadas históricos de nevadas, todos los años ricos comenzaron con precipitaciones níveas desde marzo, abril y mayo. Al comenzar prácticamente en junio a registrar nevadas, lo que digo científicamente es que hemos arrancado mal este año".


"Para tener un año normal a rico a esta altura del año ya deberíamos tener un año normal a rico y haber tenido mayores nevadas en abril y mayo"indicó y afirmó: "Debemos comunicar a la gente la realidad de la situación. Está bien que haya nevado, pero acá existe una realidad que viene de los años anteriores. Con una cuenca extremadamente seca que marca el derrame final y por ello hay que tener precaución en que existen nevadas salvadoras. No existen".


"Existe sí un cúmulo de nevadas que si no ceden, vamos a tener problemas. Lógico es que uno reza para que estos temporales continúen y tengamos una muy buena acumulación de aquí a septiembre", explicó agregando luego: "En virtud de lo observado históricamente, si no se ha registrado hasta mayo, impacta negativamente en el resultado final porque hay mucha nieve que debería haberse acumulado hasta ahora y no se acumuló".


"En general durante los últimos tres años se han dado muy buenas precipitaciones en junio para decaer lamentablemente luego en julio y agosto. Este mes espero que continúen las nevadas", afirmó el investigador agregando: "Es de esperar que este mes se den nuevas nevadas y hay que rezar para que estas precipitaciones continúen en julio y agosto". 


"La sugerencia es hacer todo lo posible para optimizar el uso del recurso tanto en las fincas como en todos los usos para no llegar a estar restringidos de forma importante en el uso del recurso este año", sentenció Dölling.



La nieve en números

  • 240  hectómetros cúbicos es el equivalente en agua lo precipitado entre el 29 y el 6 de junio pasado según estimaciones de Oscar Dölling.
  • 25  es el porcentaje de los 240 hectómetros cúbicos que finalmente llegarían a engrosar las reservas hídricas del río San Juan.