El actual modelo tiene una confianza excesiva en la tecnología, poco conocimiento del funcionamiento de los agroecosistemas, una evaluación inadecuada del "éxito" económico de las actividades agropecuarias e ignorando costos ambientales y sociales.

La generación de tecnologías para la agricultura y ganadería en los últimos años ha logrado un modelo de alta productividad (por unidad de superficie) y aparentemente muy "rentable". En este modelo, la aplicación de agroquímicos (pesticidas y fertilizantes) y energía, no es una práctica excepcional, aislada, y poco practicada: es la base de su funcionamiento.


La posibilidad de contar con insumos químicos baratos y una débil o errónea percepción acerca de su peligrosidad y su costo energético fomentaron la adopción y expansión del modelo basado en monocultivos ecológicamente frágiles, mantenidos a base del uso de agroquímicos y energía.


"Un modelo que redujo la biodiversidad. En el planeta hay más 50.000 plantas comestibles, pero solo hoy 15 cultivos demandan el 90 % de la energía del mundo y 2/ 3 de nuestro consumo calórico está determinado por solo tres cultivos: arroz, maíz y trigo. Todo este modelo trajo graves consecuencias ecológicas", sostiene Santiago Sarandón, profesor titular de la cátedra de Agroecología de la Facultad de Ciencias Agrarias de La Plata.


¿Qué hacer ante este problema que nosotros creamos?. Hoy el consumo de agroquímicos en Argentina ha crecido muchísimo. Estamos ante una agricultura química. Y esto tiene consecuencias como la resistencia de las plagas a los insecticidas y a herbicidas e parte de las malezas. Hace solo tres años se destinaban 20 dólares por hectárea para controlar malezas en soja. Hoy se esta en 60 dólares, y se estima que no bajará de 100 dólares en el futuro cercano. La guerra a las malezas genera el aumento de costos de control amenaza la renta agrícola.


En la campaña 2009/10 una soja costaba 36 dólares por hectárea, en la última campaña entre 100 y 117 dólares, una 40 % más. A esto se le suma el daño de severa contaminación a obreros y población rural y hasta incluso urbana que sufre ser "mojado" por los aviones aplicadores de pesticidas. Un estudio a demostrado que el 90 % de las personas sometidas a estudio tenían el químico glifosato en sus orinas. Estudios del INTA revelan que un plaguicida permanece en el suelo entre 4 días a 6 meses.


El 50 % de los productores de tomate utilizan al menos un producto de las categorías clasificadas como extremedamente tóxicos y altamente tóxicos.


"Hoy ya no sorprende de la prohibición de aplicar agroquímicos en varias zonas. En general, estas prohibiciones han sido percibidas más como una limitación o restricción importantísima a la posibilidad d e ejercer nuestra profesión, que como un derecho de los habitantes a proteger su salud y el ambiente.


La aplicación de este modelo "químico dependiente" ha tenido dos importantes consecuencias:
Severos problemas ambientales y sociales. Su insustentabilidad. Y no ha sido aplicable a un amplio número (la mayoría) de los agricultores".


El neoextractivismo de nutrientes del suelo es grave y los problemas sociales que generan no saber que hacer con los envases de plaguicidas.


Sostiene Sarandón que el paradigma de la revolución verde está agotado. Y superado desde hace tiempo. Es más, se cometió el gravísimo error de no priorizar la generación de tecnologías de bajo costo adecuadas para las circunstancias de escasez de capital y adversidad físico productiva que caracteriza a la gran mayoría de los productores agropecuarios.


En las últimas décadas se ha producido en la Argentina un gran desarrollo tecnológico centrado principalmente en tecnología de insumos y capital intensiva. Esto desplazó al sector de pequeños productores y esta tecnología no siempre satisfizo la demanda del sector de la agricultura familiar.


Por lo tanto esto es lo que hay que cambiar. Es necesario desarrollar una nueva disciplina y forma de ver la agronomía. ¿Qué entendemos por agricultura sustentable? La sustentabilidad es un concepto complejo. Para Santiago Sarandón "Es aquella que permite mantener en el tiempo un flujo de bienes y servicios que satisfagan las necesidades alimenticias, socioeconómicas y culturales de la población, dentro de los límites biofísicos que establece el correcto funcionamiento de los sistemas naturales (agroecosistemas) que lo soportan. Las condiciones para alcanzarla es que sea: suficientemente productiva, económicamente viable (a largo plazo, evaluando todos los costos), ecológicamente adecuada (que conserve la base de recursos naturales y preserve la integridad del ambiente y cultural y socialmente aceptable.


 La Agroecología es una alternativa, un nuevo campo de conocimientos, un enfoque, una disciplina científica que reúne, sintetiza y aplica conocimiento de la agronomía, la ecología, la sociología, la etnobotánica y otras ciencias afines, con una óptica holística y sintética y un fuerte componente ético, para generar conocimientos y validar y aplicar estrategias adecuadas para diseñar, manejar y evaluar agroecosistemas sustentables.


 El aporte de la Agroecología permitiría cambiar el paradigma productivo del planeta, pensando no solo en lo económico, sino también, y con igual importancia, en lo ecológico y lo cultural y social de sus habitantes.

"La Agroecología puede hacer un aporte importante para un manejo más racional de los sistemas productivos. El modelo actual dependiente de químicos no es sustentable ecológica ni socialmente". Ing. Agr. Santiago Sarandón - UNLP

La biodiversidad agrícola y el cambio climático

Los envases de pesticidas son un problema hoy como residuos.


La Agrobiodiversidad o biodiversidad agrícola es definida como la variedad y variabilidad de animales, plantas y organismos utilizados en la alimentación y agricultura. Su valor va más allá de aquel otorgado por el mercado alimenticio, pues además genera beneficios en la salud, en la protección de los ecosistemas y bosques, en el control de plagas y enfermedades, y en la adaptación al cambio climático. Este último punto es citado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) del año 2014 y en el libro "La Estrategia de la FAO ante el cambio climático", recientemente publicado en Julio del 2017, en el que se reitera la importancia de la Agrobiodiversidad como una estrategia de adaptación ante el cambio climático, resaltando su importancia en los medios de vida de poblaciones vulnerables y la seguridad alimentaria mundial. Esto señala Pierina Benites en el portal Conexión COP.

Ya hay movimientos sociales importantes contra las pulverizaciones.


De acuerdo a investigaciones la pérdida de la biodiversidad es el único cambio global verdaderamente irreversible en el mundo, pero aun así, continúa perdiéndose a un ritmo acelerado (FAO, 2010). Ello se pone en evidencia en los selectivos hábitos de consumo mundial: de las 250.000 especies vegetales identificadas en el mundo, sólo 7.000 son utilizadas en la alimentación humana a lo largo de la historia. Peor aún, el 60% de la ingesta calórica en el mundo proviene sólo del arroz, el maíz y el trigo, en tanto el 75% de los alimentos consumidos mundialmente provienen de 12 cultivos y 5 especies animales (FAO, 1995).

Los químicos también "matan" insectos benéficos que comen plagas.


A nivel mundial, la merma de la Agrobiodiversidad tiene origen en el desconocimiento de su valor total, lo que impide que los mercados y la sociedad en general lo reconozcan. Esto, presiona el desarrollo de sistemas de producción intensivos o selectivos (monocultivo o siembra de pocos cultivares de interés comercial), fomento de políticas equivocadas (subsidios, promoción de cultivos alineados a preferencias internacionales, entre otros), e implementación de variedades mejoradas (que incluyen transgénicos).


La Agrobiodiversidad Latinoamericana se concentra en Comunidades Campesinas que trabajan bajo sistemas de agricultura familiar que asumen el costo integro de la conservación. Dado que la transmisión de saberes se realiza promoviendo una siembra diversificada periódica, con la extinción de los cultivares se pierde también el trabajo de miles de años de domesticación, que involucra diversidad cultural, biológica, geográfica, social y ambiental.

La biodiversidad de especies y variedades nos permite no perder genes importantes...