Hablar de auténtico desarrollo económico, político y social es considerar previamente el desarrollo desde el punto de vista humano, sea personal o familiar. Persona y familia son la base de lo demás. El concepto de "Auténtico Desarrollo", fue acuñado por Pablo Sexto en 1967 en la Encíclica referida al Desarrollo de los Pueblos o Populorum Progressio. Es el desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre. Todos los hombres, hace referencia a lo social. Todo el hombre, al desarrollo desde el punto de vista personal y familiar. 


Un año después, en 1968, escribe otra carta encíclica sobre la Vida Humana, Humanae Vitae, poniendo énfasis en la educación para una paternidad responsable frente a aquellos que impulsaban el desarrollo desde el control demográfico de los países pobres. En el Nº 9 de este documento enumera las características del amor conyugal. Plenamente humano, total, sin reservas ni cálculos, fiel y exclusivo hasta la muerte. Fecundo desde la unión entre los esposos y la educación de los hijos en la verdad y la fe. 

"Las políticas de estado a lo largo de los últimos gobiernos se han dedicado, sistemáticamente, a atacar la familia".

Sin embargo, las políticas de estado a lo largo de los años se han dedicado, pareciera sistemáticamente, a atacar la familia. A pocos gobernantes les interesa educar los jóvenes desde la voluntad y la inteligencia. Promueven casi exclusivamente los medios mecánicos como el profiláctico. A plena luz del día mirando un partido en una reunión familiar escuchábamos una publicidad del fútbol para todos "no importa con quién lo hagas, hacelo con el profiláctico". Claro que hemos hecho todo a la perfección para que reine el descontrol. Seguimos poniéndole parches a una economía cuyo chasis, que es la familia, está cada vez más débil. No se trata de una visión negativa de la sexualidad. Es buscar la integridad del ser humano en su ser corporal y espiritual. Marcada por distintos grados de imperfección tiene por fin que llegar a concebir una unidad interior para entregarse incondicionalmente a otra persona. Sabemos que es difícil. ¿Por qué hemos renunciado al ideal del amor que nos puede fortalecer como Nación?


Un país africano llegó a tener un 15% de su población infectada con Sida. Ante semejante flagelo, su presidente propuso el orden en la sexualidad dentro del plan educativo del gobierno. Sin el uso de profilácticos, anticonceptivos o esterilización. Con una visión positiva y responsable de la sexualidad, propuso educar en el autodominio y en valores como la verdad y la fidelidad. El plan se complementó con la práctica del deporte y la danza. En 2004 el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, afirmó que en 10 años se redujo en aproximadamente un 10% la población infectada. Lo curioso es que la ONU reconoció los números significativamente favorables pero omitió aclarar el método que Uganda había utilizado. 


Vale la pena leer detenidamente al papa Francisco en el Nº 35 de la exhortación apostólica Amoris Laetitia o Alegría del Amor. "Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano. Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar. Es verdad que no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si con eso pudiéramos cambiar algo. Tampoco sirve pretender imponer normas por la fuerza de la autoridad. Nos cabe un esfuerzo más responsable y generoso, que consiste en presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece".