El autor de esta nota detalla en siete puntos cuáles son las enseñanzas que la pandemia del Covid-19 nos está dejando a medida que avanza sobre el planeta:

1- Conciencia de la fragilidad intrínseca de la condición humana. En el inicio de la Cuaresma, la liturgia nos lleva al rito de la imposición de ceniza, con la fórmula "Polvo eres, y en polvo te convertirás'' (Gn 3, 19). Esta trágica pandemia acrecienta el saber lo débil que es el hombre. Dicha conciencia de fragilidad, hace que todos pidamos, como lo hace Francisco, al buen Dios que "detenga con su mano'' esta penosa situación. 


2- La experiencia del aislamiento social, nos enseña un nuevo modo de relacionarnos. Aislarse no es no comunicarse. Es ocasión de profundizar de otro modo los vínculos que nos unen y animan en la vida cotidiana. De pronto, somos "más'' familia.


3- Asume un rol protagónico el mundo virtual. La enseñanza de los menores sin clases en las escuelas y mayores universitarios, viene sustituida por la enseñanza digital. Justo a este tema hemos dedicado espacio en la reciente Asamblea Gral. de la PAV. A la vez de incentivar la imaginación y la creatividad, se nos pide que seamos "inclusivos'', llegando con las redes digitales a rincones del mundo donde internet no llega.


4- En la loca carrera por el consumismo, esta situación nos enseña que el dinero no es más que la salud, que estar en familia es más que el afán por salir a divertirse, que la oración puede mover corazones hacia el Dios de la Vida, que no hay distinción de personas pues la pandemia es global y alcanza lamentablemente a cualquiera.


5- La pandemia es ocasión para una vida espiritual más adulta y comprometida. Hay ejemplos de médicos, enfermeros, capellanes y otras tantas personas, que entregan literalmente su vida por los demás. Muestras de generosidad en cuanto a aportes para la investigación y tratamiento, vienen del mundo del deporte, del empresariado, del ámbito del espectáculo y cine. Todos hemos de ser buenos "samaritanos''.


6- El Covid-19 es nuestro enemigo común. Además de la seria responsabilidad personal en cuanto a la prevención, cabe mencionar la responsabilidad de los Gobiernos de todos los países. Tienen la tarea de acelerar e intensificar medidas. ¿Cuáles? Aplicar estrategias de contención; mejorar los sistemas de emergencia; preparar hospitales que posean suministros, espacios y personal adecuados; desarrollar tratamientos médicos vitales, etc. Ningún país puede enfrentar solo este delicado momento. Más que nunca, los Gobiernos han de cooperar entre sí, aumentar la inversión pública, incentivar el comercio y dar ayuda a grupos vulnerables, sobre todo las mujeres más pobres.


7- No podemos, al mismo tiempo que prevenir y asumir hábitos hasta ahora no comunes de cuidados personales y comunitarios, olvidar la enorme importancia de la Oración. No pocos Templos preparan horas de Adoración al Santísimo, Rosarios u otras formas de plegaria en casa, pidiendo al Dios Providente, nos de salud y salve vidas, proteja al personal sanitario, ilumine la mente de los investigadores, de fuerzas a los gobernantes para soportar en sus espaldas el reclamo de los ciudadanos y haga que todos no nos contagiemos de falsas noticias que bajan los brazos. Recemos también por los fallecidos y sus familiares. Que estos últimos experimenten la cercanía de la ternura de Dios. El nos ayudará. Estemos seguros.

Por el Pbro. Dr. José Juan García
Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo