Desde una perspectiva de la ortodoxia económica-monetarista teóricos de suma influencia, como Steve Hanke y Kurt Schuler, han insistido desde siempre, y ahora también, respecto de que las crisis devaluatorias e inflacionarias en los países con desarrollo fronterizos o emergentes, no encontrarán solución válida si no se analiza bien detenidamente el problema de la incidencia del coeficiente del aumento de la tasa de crecimiento de la moneda.

Los titulares del derecho de autor en la dolarización monetaria en el Ecuador, Montenegro y también en Argentina, con la pauta de la convertibilidad en 1991, no han variado su punto de vista, cualquiera sea el lugar y el tiempo en que tuvieron la oportunidad de elevar propuestas, ante cuadros análogos de crisis de devaluatorias e inflacionarias. En todos los casos han recetado la invariable invitación a la aplicación de la dolarización.


Sostiene esta posición que las operaciones de crédito masivas a las familias y a los agentes económicos en general, por parte de los bancos son las causantes de un aumento de la tasa de crecimiento de la moneda, lo cual incuba a mediano, y aún en el corto plazo, una imposibilidad absoluta de que el sistema se sitúe a resguardo de una presión inflacionaria y devaluatoria desequilibrante de la moneda nacional.


Tal volumen monetario creado a partir de una tasa elevada de préstamos va a anclarse al sistema monetario M1, sostienen, y luego se le agregan otros segmentos de moneda impulsados por una práctica impura de los Bancos Centrales, expuesta en la emisión de diversos títulos o bonos de deuda públicos. Esa segunda masa de flujos la impulsan con fines de esterilización de los pesos que han sido generados a partir de la masiva entrada de activos extranjeros, con lo cual las pulsiones de desequilibrio estructural se agudizaran forzosamente, pronostican.


El teórico citado describe que en Argentina en el ciclo 2017/2018 se ha verificado una vez más la regla general de la complicación bajo investigación, ya que se han combinado factores que sinergizan negativamente causas profundas y de estructura del sistema monetario, como son el aumento del volumen de préstamos para diversas fines, sean personales, prendarios o hipotecarios. A lo cual, además, hay que adicionarle los provenientes del torrente de pesos que se originan en la formación de activos externos que necesitan ser reconducidos a bonos de deuda interna nominados en pesos y en dólares, para evitar el doble impacto devaluatorio-inflacionario.


Se expone desde esta postura técnica ortodoxa que el problema de la inflación o híperinflación combinada con la devaluación, o causada por esta última, tienen en común la causa del acrecentamiento desmedido de la tasa de aumento de la moneda nacional cualquiera sea su causa, y que su evitación nunca podrá ser lograda si no corrige la fuente del problema.


Como la fuente del problema es la conducta dispendiosa del Banco Central en inyectar pesos por las razones antedichas, incluido el financiar de modo encubierto el déficit del tesorería a través de estas operaciones de esterilización y otras más, advierten que por inducción razonada a partir de casos reales verificados, siempre los Bancos Centrales terminan violando la regla que hace disparar inevitablemente la causa de estos males.


En definitiva y ante el incorregible modo de actuar de la autoridad central monetaria, plantean que la única manera de solucionar este tema de inconducta monetaria consuetudinaria es la dolarización.


Estos influyentes teóricos le ha sugerido al presidente Macri, ante la impotencia del Gobierno de resolver los problemas de la inflación y de la devaluación, la misma solución que para casos análogos en el mundo avizoraron como excluyente remedio.

Por el Dr. Mario Luna y Fabián Núñez
Expresidente y exsecretario del Concejo Deliberante de Jáchal, respectivamente.