"Hace falta que los jóvenes se metan en la minería porque todos estamos muy viejos, desgastados y si las nuevas generaciones no toman la posta, el futuro de esta actividad tiene fecha de vencimiento muy corta". La frase, dicha en una interesante mesa de café frente al Centro Cívico el lunes o martes de esta semana, quizás explica la estridente discusión con insultos que empresarios y funcionarios debieron soportar el viernes posterior en el encuentro de la minería por Acuerdo San Juan. Sospecho que el autor de la frase que cito no se refería a la edad de las personas específicamente. En realidad, me parece, la clave de ese razonamiento no tiene que ver con la edad, sino con la antigüedad de las ideas de los actores, con el uso de estrategias perimidas, con el enquistamiento en lugares de poder, con usar sitios de poder para el provecho individual y olvidar el interés colectivo. Incluso los protagonistas de la casi escena de pugilato, son jóvenes. La dirigencia de la minería sanjuanina necesita refrescarse para crecer. Nada es lo mismo que hace 15 años, cuando Barrick empezó a explotar Veladero. Si el Partido Justicialista, una estructura amañada y poco moderna, logró renovar autoridades y algunos conceptos, es hora también de que otros tomen la posta del liderazgo en algunos otros sectores de poder. La minería necesita cambios importantes para consolidar este "modelo San Juan", que no es el mismo de hace una década y media.


Juan José Igualada se levantó airoso de su silla y le recriminó a Fernando Godoy supuestas críticas en redes sociales. Incluso, dicen, con insultos. Godoy no se amilanó y le respondió más o menos en el mismo tono. El primero integra la Cámara Argentina de Servicios Mineros (Casemi) y el segundo acaba de conformar junto a otros empresarios la Cámara de Proveedores Interdepartamentales Mineros de San Juan (Caprimsa). Más o menos lo mismo, pero con otro nombre. Resulta que los nuevos lograron el apoyo de algunos empresarios de peso, como Eduardo Barceló, por ejemplo. Barceló, aseguran los proveedores interdepartamentales, nunca tuvo lugar en el conjunto formado por uno de los dueños de la franquicia Mostaza y decidió anotarse con la competencia. Menudo lío armó, porque ahora la pelea es más o menos pareja. Más o menos. 


Los nuevos proveedores dicen por lo bajo que tuvieron que armar esta segunda agrupación porque se negaban a mantener "buenas relaciones" con Casemi para operar u obtener información sobre, por ejemplo, las licitaciones de las empresas mineras. Las sospechas y cuestionamientos incluso llegan a Alejandro Donna, uno de los "dueños" de Casemi. Los miembros de Caprisma aseguran que Donna ni siquiera es proveedor y que es hasta ilegal que conduzca una cámara empresaria, pero eso es harina de otro costal.


¿Hay política partidaria metida en el medio? Es inevitable. Las declaraciones del titular de Asijemin, Marcelo Mena, hace un par de semanas en Radio Sarmiento, dicen que sí, que una facción del peronismo está intentando manejar la discusión. Mena acusó al gremio que conduce Héctor Laplace (AOMA) de perjudicar al sanjuanino Alberto Hensel. Después salió el minero Iván Malla a respaldar a Laplace y todo terminó en un momento incómodo, nada más. Es probable que Casemi quiera jugar esa interna, no se sabe. A esta altura de los acontecimientos, sería muy torpe, pero es una decisión de esos empresarios y de nadie más.


Ese es el nivel de discusión de los proveedores mineros hoy en San Juan. Volviendo al comienzo de esta nota de opinión, sobran las razones para que los viejos dirigentes empiecen a visualizar la necesidad de evolucionar en todo lo vinculado a las asociaciones empresarias. Estas asociaciones sirvieron solamente para enriquecer los bolsillos de quienes conducen. La Cámara Minera es hoy otro mal ejemplo. Nadie sabe qué están haciendo sus miembros ni por qué y llama la atención la ausencia que tienen del debate público. Esa filosofía de callar para no generar discusiones se terminó hace tiempo. 


Cualquier empresario entrado en años o funcionarios que gestionan política minera, coinciden en que los jóvenes no quieren meterse en este tema. Y por lo bajo argumentan que estos viejos dirigentes son los que repelen cualquier iniciativa particular o colectiva. Ojalá el entredicho de la mesa minera sirva para hacer visible lo que pasa en una actividad que pone a San Juan en lo más alto del país.