Biota, el nombre de un biofertilizante premiado por la Facultad de Ingeniería, permite aprovechar los restos del catering de proyectos mineros y el guano de los productores caprinos de áreas cordilleranas para generar un producto de alta eficiencia para el agro. Así, combina los principales sectores económicos de los departamentos mineros y genera valor a través de la economía circular. El creador del proyecto, Mathias Páez, aseguró que se pueden ahorrar hasta 12 millones de pesos, además de potenciar la producción de las cooperativas agrarias.
En diálogo con DIARIO DE CUYO, contó que la investigación empezó como parte de su trabajo académico en la Facultad de Ingeniería y luego fue seleccionado en el programa Ingeniería Verde. “Se eligen cinco proyectos, como los mejores de la provincia, ahí aportan dinero y mentoría para ir desarrollando junto con la facultad la idea”, contó.
Para lograr Biota, el nombre comercial del biofertilizante, trabajó con el Departamento de Agronomía, realizó las pruebas, análisis microbiológico, salida al campo y otras tareas que fueron dando buenos resultados. También se vinculó con la Secretaría de Ambiente, en especial para poder hacer los ensayos que le permitieron comprobar que su idea era posible de llevar a cabo.
Así, la prueba de fuego fue cuando en alianza con la Feria de Chacareros Temporarios de Rawson obtuvo restos de materia orgánica a la que le agregó guano de cabras y activadores biológicos para lograr la fermentación tipo Bocashi. Para los productores agrícolas significó un ahorro “de hasta 12 millones de pesos que cuesta eliminar esos deshechos”. Esto da como resultado un proceso más rápido, que en la prueba piloto en inmediaciones del Estadio del Bicentenario les permitió lograr el fertilizante en dos semanas, mientras el método tradicional toma hasta seis meses, explicó Páez.

El proceso tiene otras ventajas ecológicas. El estudiante contó que “se acelera la actividad microbiológica, alcanzando rápidamente los 65 grados que hacen falta para eliminar patógenos y estabilizar el material”. Además de esto el tipo de compostaje rápido “evita la emisión de una gran cantidad de dióxido de carbono equivalente a la atmósfera, según nuestros cálculos en la prueba piloto evitamos casi una tonelada de CO2 equivalente”.
A la mezcla, para potenciar su capacidad de recuperación de suelos, le sumaron sales minerales, lo que hace que Biota tenga muy buenos resultados para los productores agrícolas. De esta manera Biota se cataloga como un biofertilizante órgano-mineral, con aproximadamente un 37% de materia orgánica. A esto se suma que pueden adaptarlo según las necesidades de los terrenos y la producción a la que se va a aplicar.
Con las pruebas confirmando que el resultado cumple con estos estándares, la idea de Páez es poder aplicar todo el sistema en los departamentos mineros. Así, la materia orgánica de preferencia serían los resultados del servicio de catering de los campamentos mineros, que al tener que alimentar a cientos o miles de personas necesitan una deposición final adecuada, que no puede ser en los mismos proyectos.

Para el ingeniero, la mejor opción es hacer el proceso en las comunidades mineras, ya que cerca están los productores caprinos, que podrían aportar el guano, clave en el proceso. De esta manera este insumo, que genera fertilizantes de buena calidad, tendría mayor disponibilidad, porque es un tipo de producción habitual en zonas como Calingasta, Iglesia y Jáchal.
Para cerrar el ciclo, Páez dijo que en el proyecto contemplaron que el destino principal de Biota sean los productores y cooperativas agrícolas de zonas mineras. De esta manera, “se puede potenciar la producción de alimentos para que sean ellos quienes provean a los proyectos mineros, cerrando un círculo virtuoso”.

