La utilización de la algarroba para producir diversos productos alimenticios es una práctica tan antigua en nuestra provincia que data de la época de las primeras poblaciones indígenas que habitaron lo que es hoy San Juan. Con el tiempo y el avance de la civilización, esta costumbre se fue dejando de lado perdurando en las zonas rurales la producción artesanal de patay y de la bebida llamada aloja.


Hace unos años, por inquietud de algunos profesores y alumnos de las escuelas agrotécnicas, como la Escuela Ejército Argentino de Valle Fértil, se comenzó a experimentar nuevamente con la producción de una variada gama de productos en base a la harina de la algarroba, previendo que esta materia prima constituye una excelente alternativa económica sustentable en base a la cual se pueden desarrollar interesantes proyectos productivos. También algunas comunidades de pueblos originarios se sumaron a esta iniciativa conociendo aspectos de la actividad que les son propios por sus costumbres ancestrales. Tal el caso de la comunidad formada en Caucete que con el apoyo oficial logró instalar en una ex bodega del departamento una fábrica que ha tenido una gran inserción en la comunidad. 


Ambos sectores han contado en estos últimos tiempos con el apoyo de organismos del Estado provincial y nacional como la Dirección de Políticas para Equidad del Gobierno de la provincia y el proyecto de Bosques Nativos y Áreas Protegidas de la Nación, entre otros. A través de fondos asignados especialmente se les ha facilitado la adquisición de maquinaria para la elaboración de variados productos como alfajores, café, budines, bombones y otros panificados de harina de algarroba de gran demanda en los respectivos medios.


Junto al desarrollo de los productos alimenticios, los desechos de la algarroba que quedan después de cada proceso están siendo aprovechados para otros objetivos entre ellos la elaboración de alimentos balanceados para animales.


También es importante considerar que con el aprovechamiento de la algarroba se está logrando tomar conciencia sobre la importancia de preservar esta especie que es natural en varias zonas del país y que está en peligro de extinción. En el caso de los alumnos de la agrotécnica están abocados a cultivar bosques de algarrobos para contar con ejemplares suficientes, mientras que los representantes de las comunidades aborígenes prefieren las plantas que crecen en forma natural por considerar que poseen mayores cualidades que las cultivadas por el hombre.


Con cualquiera de las dos variantes, queda demostrado que el aprovechamiento del algarrobo como proveedor de madera y de vainas, de las que se obtiene la harina, representa una valiosa salida económica a partir de una planta autóctona que se da naturalmente en varios sectores de la provincia.