Pacientes operados sin anestesia en los pasillos pueden contemplarse cada día en los hospitales que quedan abiertos en la palestina Franja de Gaza, bajo el control del grupo islamista Hamás y objeto de bombardeos israelíes.

"Se opera a quienes pueden tener esperanza de vida, otros son dejados a su suerte", dijo desde uno de los hospitales del enclave el médico Medhat Abbas, que es también responsable del Ministerio de Sanidad de la Franja.

Sin apenas agua, electricidad, combustible o internet, los turnos de noche son todo un reto en los quirófanos donde los médicos emplean la luz de los teléfonos móviles para poder ver.

"Sin duda lo que más se necesita es combustible, suministros médicos y agua para beber", indicó Abbas, quien apuntó que tienen agua no apta para consumo gracias a que el hospital donde se encuentra tiene varios pozos, pero es tan salada, que sólo la usan para lavar a los pacientes.

Explicó que lo que más necesitan en el centro médico es combustible, suministros médicos y agua potable en un hospital donde cientos de pacientes abarrotan los pasillos. Una precariedad que sobre todo ha golpeado a la unidad de cuidados intensivos.

La escasez de agua potable preocupa especialmente a organizaciones internacionales como Save the Children, que ha destacado que inquieta "el riesgo de deshidratación" de los menores.

La ayuda humanitaria (comida y medicinas), que entró este sábado a Gaza a través del paso de Rafah, fronterizo con Egipto, no deja de ser un parche, ya que únicamente fueron 20 camiones con asistencia para una población de más de 2 millones, de los que más de un millón de personas están desplazadas en el sur del enclave.

El Ministerio de Sanidad de Gaza advirtió de que si las máquinas tuvieran que dejar de funcionar por la escasez de combustible y de electricidad será una condena a muerte para los pacientes que necesiten de diálisis. Según Naciones Unidas, las vidas de 120 bebés en incubadoras están en peligro porque se agota el combustible para los generadores eléctricos.