Guido Pella sacó la tapa, y adentro descubrió fotos con su familia, un cuadro con una imagen suya en una vieja serie de Copa Davis, una frase que decía “vivilo con la certeza de que lo vas a lograr”.

 

Sin embargo, lo que más asombró al nacido en Bahía Blanca fue que ahí, en esa caja, estaban los juguetes de su niñez: su muñeco Woody –protagonista de la película Toy Story- y su peluche de Mickey Mouse. Charo Fernández, la madre de Pella, conservaba los muñecos. Son tesoros de cuando la familia conoció Disney World, en Estados Unidos, en el año 1998. A Pella le encantó la idea: les agradeció a los directivos, a los capitanes. 

 

Todos los tenistas argentinos hallaron en su dormitorio una caja con fotos, un cuadro y recuerdos personales. En complicidad con las familias, los líderes de Argentina buscaron motivar a los tenistas desde el lado emocional: tocar las fibras sensibles, hacerlos conectar con lo afectivo. 

 

Así, por ejemplo, Diego Schwartzman recuperó el primer conjunto de tenis que usó en su vida: una remera y un pantalón que le regaló su abuelo cuando tenía siete años, cuando ser el primer singlista argentino en Copa Davis no era ni siquiera un sueño. 

 

Horacio Zeballos recibió un gorro de su hijo Fausto, la campera con que abrigaron a Emma apenas nació, y una medalla que, según su pareja, tiene un significado especial. Su hija, además, le obsequió un dibujo. 

 

Quizás porque fue padre hace un mes, Máximo González estaba todavía más sensible: en la caja dio con la primera prenda de ropa que vistió su hija India en la clínica donde vino al mundo, el mismo conjunto blanco que el propio Machi le había ido a comprar días antes del nacimiento. 

 

Las raquetas argentinas recibieron una inyección anímica. Los jugadores saben que en la magia de esas cajas, tal vez, esté escondido el secreto para conseguir el triunfo en esta serie.

 

Fuente: Copa Davis