A la historia de Valentín Barco en Boca no le cabían muchos finales posibles. Ya desde su debut en Primera en 2021 y algún tiempo antes también, la inestabilidad respecto de su situación contractual fue una constante que limitó incluso el normal desarrollo de su carrera. Por caso, luego de jugar aquellos tres primeros partidos que lo lanzaron a la consideración general, tuvieron que pasar casi dos años enteros para volver a verlo con la camiseta xeneize.

Pero los hinchas siempre lo esperaron y lo recibieron como a su niño mimado cuando Jorge Almirón lo mandó a la cancha en su segundo partido al frente del equipo para ya no sacarlo nunca más (salvo por lesión). Claro está, el Colo la rompió desde esa reaparición suya con la azul y oro y por eso el amor ya fue inevitable.

Será por eso que ahora que la situación ya entró en en la irreversible etapa final de la relación entre el club y el jugador, la reacción de los hinchas es ambigua.

Si bien hay muchos reproches y más de un insulto en las redes, la mayoría de quienes opinan abre un espacio de análisis donde razonan acerca de la realidad de un mercado cruel, en el cual el villano de turno es inevitablemente el representante Adrián Ruocco y hasta en la encuesta que realizó el Diario deportivo Olé, la mayoría de los votantes le da la derecha al Colo en cuanto a su decisión: entre quienes lo bancan y los que no tanto -pero lo comprenden- casi que triplican a los que reprueban su actitud.

Motivos para la banca

Un motivo que puede explicar que no haya una furia generalizada en contra de Barquito es que el año pasado, en un momento clave del trayecto en la Copa Libertadores, el Colo tomó -él solo- la decisión de quedarse a cumplir su sueño e intentar ganar la Séptima con el club de sus amores.

Y hay más, porque de su propia voluntad terminó naciendo la decisión de renovar por última vez el vínculo con Boca: a comienzos de 2023, cuando el club decidió aceptar una oferta del Getafe (baja para la expectativa de jugador que es Barco) en pos de no cortarle la carrera al jugador, Valentín se impuso a su entorno para extender por un año el contrato del que se podría haber liberado hace ya unos días, con el cambio de año.

Hinchas enojados

Sin embargo, todas esas razones para apoyarlo no impiden que haya hinchas dolidos. Desde los que apuntan a cierta ingratitud del jugador por no pensar un poco más en seguir triunfando con sus colores y esperar una inevitable venta que lo haga dejar el club por la puerta grande, hasta quienes marcan que los diez millones de dólares que seguramente recibirá Boca representan una buena venta para un jugador con poco recorrido en la Primera y que no terminó de dejar en claro en qué lugar de la cancha se hacía indispensable.

Todos, los que opinan a a favor y en contra de la decisión del Colo, saben bien que este final era inevitable: porque el conflicto data de largo y la agonía de la relación se pospuso apenas un año, con el agregado de una cláusula muy baja para la talla de jugador que -con el rodaje que tuvo a lo largo de su año como titular en Boca- terminó siendo Barco.

Una cláusula gatillo

Y esos diez millones de dólares que hoy son la llave para salir de Boca llevan impresos casi dos años de conflictos, luego de que la primera extensión que firmó el Colo no pasara del año (su contrato original vencía en diciembre de 2022) y su presencia -incluso en la Reserva- empezó a espaciarse.

Con el correr del tiempo, llegó Ruocco (el representante histórico de Carlos Tevez) a manejar su carrera y el diálogo con el club empeoró. Desde Europa miraban con atención la situación de ese pibe con tantas cualidades, que llamaba la atención desde la extravagancia de sus jugadas virales (caños, no-looks, goles con apiladas) y por eso Boca -de algún modo- intentó torcer la balanza dejándolo a un lado del primer equipo.

Toda esa historia hoy pasará a formar parte del capítulo Boca de la carrera de Barco. Para Boca, será tiempo de mirar para otro lado.

Fuente: Olé