Nacido el 8 de septiembre de 1993 en Marcos Paz, la localidad bonaerense donde también sufrió el accidente que acabó con su vida, Braian Ezequiel Toledo era uno de los más importantes atletas argentinos -y también, una de las mayores esperanzas- además de haber alcanzado la privilegiada condición de finalista olímpico en los Juegos de Rio de Janeiro, en 2016, junto a Germán Lauro y Germán Chiaraviglio.

En la búsqueda de su perfección técnica en su especialidad, Toledo se había radicado en las últimas tres temporadas en Finlandia, tierra considerada -por su tradición y estructura- la "Patria" de los lanzadores de jabalina. Lamentablemente, una serie de lesiones le había impedido progresar en los años más recientes, y tuvo que ser operado de un pie, perdiendo casi todas las competiciones de 2019. Pero ahora se estaba preparando para recuperar su nivel y la condición de finalista olímpico con vistas a los Juegos de Tokio.

Toledo, bajo la conducción técnica del profesor Gustavo Osorio, se había convertido en una figura de notable proyección desde la categoría menores (Sub 18) cuando logró la medalla de bronce del Campeonato Mundial en Bressanone (Italia) 2009.

En esa categoría se utiliza un implemento de 700 gramos, y Toledo estableció el récord mundial -aún vigente- de 89,34 metros. el 6 de marzo de 2010 en Mar del Plata.

En su mencionado debut olímpico en Londres, fue el primer juvenil argentino en las últimas cuatro décadas en clasificar para los Juegos desde que Carlos Dalurzo participara en los 800 metros de Munich 1972.

Debido a una lesión, estuvo casi inactivo en el 2014, para reaparecer con el título sudamericano Sub 23. Inició en forma brillante la temporada 2015 al establecer un nuevo récord nacional y sudamericano de la categoría con 82,90 metros, convirtiéndose en el primer atleta argentino que atravesaba los 80 metros.

En el Mundial de Beijing 2015 batió ambos récords con 83,32 metros (el 24 de agosto) en la clasificación. Así se convirtió en el primer atleta sudamericano en el historial que alcanzaba la final mundialista de jabalina. Allí terminó 10°. Repitió una actuación así al año siguiente, alcanzando la final olímpica en Rio.

Sus 83,32 metros, además de constituir el récord nacional y la mejor marca de su vida, es el tope sudamericano de la categoría Sub 23 y la tercera marca histórica del atletismo sudamericano.

En siete oportunidades ya había arrojado el implemento por arriba de los 80 metros, marca que lo ubicaba en niveles internacionales. Y había logrado su último título internacional -el Sudamericano- en Asunción 2017, siendo el heredero del más grande jabalinista argentino del historial anterior (Ricardo Heber) y con toda la proyección que le daba su juventud. También había obtenido el título nacional en cinco oportunidades, siendo el animador de los equipos argentinos en casi todas las competiciones locales e internacionales de la última década.

Con 26 años, y a pesar de las últimas lesiones, Toledo soñaba con participar en los Juegos Olímpicos de Tokio de este año, y escribir un capítulo más de su historia de superación. Pero este jueves 20 de febrero, mientras manejaba su moto por su querida Marcos Paz, la muerte se interpuso en ese camino.