Era una final por el descenso y Lanús salió a jugarla así, con esa mentalidad. El festejo del final, mezcla alegría y desahogo, pintó lo valioso de los tres puntos. El 3-1 a Patronato vale doble porque el Grana pelea con los paranaenses en el fondo. De yapa, lo dejaron último y le sacaron 14 puntos en la tabla del descenso.

De arranque, Lanús lo metió, lo arrinconó y lo pasó por arriba en un primer tiempo que vio recién al visitante a los 31' llegar al área de Ibáñez con un tiro de esquina que no llevó peligro. El local, por el contrario, tenía la pelota y la subía prolija con Quignón y Belmonte por derecha; Acosta un 7 que por momentos jugaba de 11, era el segundo eslabón. 


Con actitud, vehemencia a la hora de disputar cada pelota, claridad en los pases, velocidad en ataque y mucho juego asociado, el Grana se llevó el 1-0 al descanso con gol de Ribas a los 13' (gran centro de Pasquini, mala salida de Bértoli). Quedó gusto a poco, si bien en los primeros 45' se vieron cosas del Lanús de Almiron: salida clara, posesión (69% en el PT), pases preciosos y fútbol vistoso, algo impensado para este equipo hace algunas fechas.

Apenas iniciado el ST, y tras otro centro de Pasquini, Lanús aumentó: Belmonte la peinó y la bola le cayó a Lemos, que quiso rechazar, le pifió y la metió en su propio arco... Se venía el aluvión... Sin embargo, la yeta: 13 minutos después, lo inesperado, el golazo de Sperduti de chilena para el 2-1. de otro partido, dicen.

Más por obligación y envión, el equipo de Entre Ríos fue a buscar su momento ante un Lanús que había sido sorprendido por ese golpe. Aunque la tónica siguió siendo al del PT, pero con menos posesión. Lanús tuvo oficio para no caerse en ese gol de casualidad que hizo Patronato, no se volvió loco ni se fue de partido. Siguió igual y fue demasiado para un rival que nunca entendió que estaba jugando una final. Lanus, sí. Por eso fue en busca del tercero y lo consiguió. Golazo. De los del Lanús de antes, y sin el monopolo de la pelota.


Hasta Zubeldía salió corriendo como loco desde el banco a festejar. Tras cinco derrotas y tres empates, el DT entendía que el pescado estaba vendido y el primer engranaje, instalado. ¿Llegarán más para engranar de nuevo?