Nadie puede discutir lo que logró Concepción. Volvió a ganar la Liga Nacional de hockey sobre patines nueve años después que había festejado ese título. No fue casualidad. Fue causalidad. Porque hubo causas o factores que incidieron de manera directa para que el equipo azul volviera a dar la vuelta olímpica en el torneo más importante que tiene el hockey sobre patines argentino.


Primero se debe convenir que Concepción ha desarrollado un gran año. Se quedó con el Campeonato Argentino disputado en Mendoza ganándole la final a Olimpia. Fue dueño de la zona Oro del torneo local que aún le queda una etapa. Y, de postre, es uno de los candidatos en el Campeonato Sudamericano que se jugará próximamente también en Mendoza. Ese protagonismo se lo ganó solo.


Hizo una buena primera ronda en la Liga (fue segundo en su zona detrás de Hispano). Pasó los cuartos de final mostrando personalidad. Le ganó a UVT en una de las semifinales haciéndose fuerte en su cancha. Y fue dueño del título definiendo ante un gran rival como Hispano. Los 4 partidos que se jugaron salieron parejos, pero fue el Azul el que sacó a relucir sus máximas capacidades en lo momentos precisos. De ahí el 3-1 con que se cerró la serie. Basado especialmente en el notable momento de un joven arquero como Conti Acevedo (de seguir en ese nivel nadie duda que en su futuro está la camiseta nacional de los campeones del mundo) y con el equilibrio preciso entre los “veters” Osvaldo Raed, David Páez y Franco Pellice con los juveniles Damián Páez, Fernando García y Juan José Marín y Julián Martínez, más el aporte fundamental de dos jugadores que pasan un momento brillante como Mauro Giuliani y Martín Maturano, este equipo tiene columnas vitales para buscar siempre el triunfo.

Claro, en el banco de suplentes está un hombre como Lito Belbruno que conoce a todos a la perfección y tiene “muñeca” a la hora de la rotación de los jugadores. La 2016 fue una gran Liga (esfuerzo, dedicación y gran trabajo de los dirigentes del CEC Olmos y Ceschín y del jefe de prensa Rodrigo Belert). Da pie para soñar con otras iguales.