Tenso es  lo mínimo que se respira en el ambiente del Bernabéu por la ansiedad propia de la final y por todo lo que pasó, se dijo y se hizo antes de este partido. Lejos de fumar la pipa de la paz, se abrió la grieta, cada vez más.

Por eso no sorprendió que, antes de entrar a la cancha, los dos equipos estuvieran separados por una especie de biombo, a diferencia de los partidos internacionales en los que entran uno al lado de otro y se ve cuando se saludan. Hoy, no.

Sin embargo, en primera fila, Pablo Pérez, capitán de Boca, se cruzó para saludar a suc colega de River, Ponzio. Buen gesto para descontracturar un poco los nervios.

Después del Himno, Boca pasó por enfrente de donde estaba formado River y hubo saludos y hasta algunas sonrisas. Bien.