El cambio, de sistema y de estilo, es grandísimo de Falcioni a Crespo. Esto no supone un juicio de valor porque todas las formas son respetables y es obvio que los hinchas del Taladro están muy lejos de mostrarse críticos hacia el Emperador. La realidad es que Valdanito claramente trasladó su impronta al equipo:dinámica, velocidad, a veces paciencia para elaborar y buscar el hueco adecuado, las bandas bien ocupadas, protagonismo desde la posesión de la pelota y diagonales efectivas a través de Juan Pablo Alvarez, el autor del 1 a 0.

 

Y así Banfield mostró una gran diferencia sobre San Martín, sobre todo en el primer tiempo, en el que el 1 a 0 le quedó corto. 

 

Previsible, esa intensidad de juego decayó en el segundo tiempo, aun con el Taladro con la suficiente personalidad para sostenerse como el más impulsivo. Payero y Bertolo ocuparon bien sus roles, siempre complementados por la referencia de Cecchini. 

 

La igualdad fue un regalo, lo cual potencia la bronca por los goles perdidos. Arboleda tenía el ojo izquierdo herido de una jugada anterior, salió muy mal en un centro y Civelli complementó su error en el obsequio a Palacios Alvarenga.