Al cierre de los alegatos del juicio contra Gil Pereg, acusado por los homicidios de su madre y su tía, el israelí volvió a estar en la sala e hizo uso de las clásicas últimas palabras, previo al veredicto.

“A mí me están culpando a la fuerza. Intentan decir que hice cosas que yo no hice”, dijo el acusado, luego de que la jueza Laura Guajardo le preguntara si quería hacer uso de las últimas palabras que establece la Ley.

Fue la misma jueza que , en la primera jornada del juicio, ordenó que el israelí fuera sacado de la sala de debate al interrumpir la sesión con sus clásicos maullidos.

Desde entonces Pereg escuchó el debate desde una sala ubicada en el subsuelo y a través de un monitor. Ayer decidió declarar y se comportó con cierta normalidad, al tomar la palabra.

Hoy, durante los alegatos de cierre, escuchó la acusación de la Fiscalía de Homicidios y el pedido de inocencia de sus defensores, desde una silla.

Parecía alejado de la situación, con la mirada baja, sin mirar a nadie. En un momento se sacó una de las sandalias que lleva habitualmente y cruzó las piernas, sin reparar en que podría estar cerca de una condena a perpetua.

“Buscaron la forma de acusarme de la desaparición (de mi madre y mi tía) por eso me hicieron los allanamientos y me secuestraron las armas”, dijo Pereg a los 12 integrantes del jurado popular.

Luego, volvió a rumiar su versión de los hechos: la policía hizo cuatro allanamientos en su casa y no encontró nada. Luego lo detuvieron y le secuestró tres armas. “Y justo ahí, al día siguiente, encontraron (enterrados) supuestamente los cuerpos.

“Quiere decir eso (que la policía y la fiscalía) plantaron los cuerpos y no voy a creer que mi madre está muerta hasta no ver el cuerpo”, dijo el acusado.