Dolor. El padre José María Nieto dijo que con los empleados públicos del Centro Cívico rezaron por las personas que se quitaron la vida en este edificio.

Comenzó con esta misión hace 30 años y por iniciativa de una mujer que necesitaba de la "bendición de Dios" para continuar con su trabajo. Y terminó por transformarla en una herramienta para que los empleados públicos dejaran de lado la envidia y la competencia, y lograran hacer de su lugar de trabajo "un paraíso". Es el padre José María "Pepe" Nieto, de 68 años, quien en 1993 fundó el Apostolado de las Reparticiones Públicas y que desde entonces brinda contención espiritual a los trabajadores estatales, actividad que combina con su tarea sacerdotal en una parroquia y la ayuda a los huarpes.

Corría el año '93 y el padre Pepe visitó a Marta Pérez, quien en ese entonces trabajaba en la Secretaría de Salud Pública. La mujer lo recibió angustiada porque se habían extraviado algunos expedientes que necesitaba urgente. Le pidió que por favor rezara una oración en la oficina y la bendijera para superar este contratiempo. Ese fue el inicio del Apostolado de las Reparticiones Públicas. "Agradezco que el Espíritu Santo llegara a esta humilde mujer de fe que supo decirle que sí y que a partir de esa idea yo me convirtiera en el instrumento de esta obra de Dios y lograra catapultarla para lograr llegar a muchos más empleados públicos y poder transformar la realidad negativa en sus lugares de trabajo. Estoy agradecido por la gente que, como Marta, me ayudó y ayuda a seguir con esta misión", dijo el sacerdote.

Unción. El padre Pepe unge con óleo bendecido a los empleados públicos.

Los expedientes perdidos aparecieron por "obra de Dios" y quedó instalada en esa repartición la necesidad de que, al menos una vez al mes, el padre Pepe la visitara para rezar y bendecir a los empleados que se fueron sumando a la propuesta. Querían que estos encuentros fueran más a menudo, pero el párroco cumplía sus funciones sacerdotales en Valle Fértil, y sólo podía viajar a San Juan una vez por mes.

Con el tiempo, se comenzó a correr la voz de estos encuentros de contención espiritual y los empleados de otras reparticiones también quisieron participar de los mismos. Fue así que el padre Nieto empezó a visitar otros edificios estatales como la Obra Social Provincia, la Junta de Clasificación Docente y hasta la propia Casa de Gobierno, durante la gestión de Jorge Escobar, para contener y bendecir a los trabajadores. "A medida que más funcionarios y autoridades nos daban su permiso para realizar los encuentros, más reparticiones y empleados se fueron sumando. Esto me permitió ver que todos tenían algo en común: el mal ambiente laboral. Predominaba la envidia, la deslealtad, la falta de compañerismo, el chusmerío. Entonces me propuse cambiar esta realidad con estos pequeños encuentros. Ese fue mi caballito de batalla. No fue fácil, pero se logró. Ahora todos los empleados se saludan con respeto todos los días y trabajan en equipo. Para cumplir con este objetivo en los encuentros les leía los pasajes bíblicos que hacen mención de lo malo que provoca el hablar mal del otro", dijo el cura.

Festejo. Por los 30 años del Apostolado, pusieron un árbol en el Cívico.

Con la inauguración del Centro Cívico en el 2009, el trabajo del Apostolado de las Reparticiones Públicas se concentró en un solo edificio y conquistó más logros. Los encuentros de contención espiritual comenzaron a ser semanales y con la autorización del gobierno provincial. "Antes de esto, cuando pedíamos autorización para estos encuentros, algunos funcionarios se negaban y nos decían que los empleados iban a trabajar y no a rezar. Pero el entonces gobernador José Luis Gioja nos autorizó a realizarlos en todo el ámbito estatal, medida que se mantiene hasta hoy", dijo el sacerdote.

Durante las 3 décadas de este Apostolado, el padre Pepe sólo se retiró por un año del mismo, pero no para descansar, sino para seguir con la obra de Dios. Se fue a misionar a Cuba, donde hasta logró reconstruir una iglesia arrasada por un huracán.

Tras su regreso retomó el apostolado y con más conquistas. Además de los encuentros espirituales logró que en el Centro Cívico se celebre misa de Navidad, Fin de Año y Cuaresma. Y también incentivar la solidaridad en los empleados. "Los encuentros duran 25 minutos, para no entorpecer el trabajo. Incluye una lectura del Evangelio que esté relacionada con algún tema de actualidad, una oración por las intenciones que dejan los empleados, y la unción con un óleo bendecido. A esto se suma el momento de donación, donde cada uno de los presentes hace su aporte en dinero o con alimentos para ayudarme a ayudar a los descendientes de pueblos originarios que viven en las Lagunas de Guanacache, donde voy una vez al mes para entregarles estas donaciones, evangelizar, compartir juegos con los chicos e interiorizarme de sus necesidades más urgentes. Lo bueno es que varios empleados, además de hacer una donación, me acompañan a entregarlas. Así son testigos también de lo que se ha podido lograr y de lo que queda pendiente", sostuvo el sacerdote.

El padre Pepe dijo que gracias a estas visitas solidarias se logró que el Gobierno mejorara el camino de acceso a este pueblo y que por primera vez sus habitantes tuvieran electricidad. Agregó que aún falta concretar la llegada del agua potable y la construcción de una capilla y salón donde realizar talleres laborales para mejorar la calidad de vida de su gente.

* Para colaborar

Quienes deseen colaborar con dinero para la construcción de la Capilla Sagrado Corazón de Jesús en las Lagunas de Guanacache pueden realizar un depósito en la cuenta que abrieron el padre Pepe y el grupo misionero. El CBU es 0110731130073108948283.