Compromiso. Marisa Reinoso, además de enseñarles gratis fútbol a niños de los barrios Sureño y Búbica, también les da clase de apoyo escolar ad honorem cuando lo necesitan.


El entrenamiento sigue los lineamientos profesionales. Los primeros minutos son para la entrada en calor, luego sigue la práctica con una charla técnica y, por último, la elongación y relajación de los músculos. Pero entre una y otra etapa, la DT destina algunos segundos para inculcarles que toda mala situación se puede revertir, que siempre hay alguien dispuesto a ayudar y que con voluntad se puede alcanzar las metas. Es Marisa Reinoso, de 48 años, que les enseña gratis fútbol a chicos humildes para que, principalmente, aprendan a confiar en sí mismos y en los demás. Armó un equipo con chicos de los barrios Sureño y Búbica, de Rawson, con el que ya participaron en un campeonato departamental.


Después de las 18.30 arranca el entrenamiento los martes y jueves de cada semana. No comienza antes porque, luego de que los chicos del Barrio Sureño llegan de la escuela, se trasladan caminando junto con la DT al Barrio Búbica para encontrarse con el resto del equipo. Este traslado responde sólo a una cuestión de táctica. "En el Búbica las calles están en mejor estado que en el Sureño, por eso entrenamos allá. Como no tenemos cancha para entrenar, lo hacemos en plena calle. También aprovechamos la plazoleta del lugar para trabajar la parte física. En ese momento también les doy algunas lecciones sobre la confianza, sobre todo de que se puede tener una mejor vida", dijo Marisa, quien además de haber hecho un curso de Director Técnico, es profesora de Educación Física y árbitra.


La primera lección es mostrarles que en la vida hay "algo más interesante" que el alcohol, las drogas o el estar sentado en una esquina sin hacer nada provechoso. La segunda, es mostrarles que deben confiar en la ayuda de los demás. Para esta enseñanza la DT predica con el ejemplo. Antes de iniciar la clase les reparte las naranjas que fue cosechando por el camino, gracias a los vecinos que donaran esta fruta para colaborar con el equipo. También, las camisetas que consiguió prestadas para usar durante el campeonato de fútbol departamental, el primero al que lograron llegar. "Las camisetas ni siquiera son iguales, aunque son más o menos del mismo color y sirven para que el equipo se identifique. Lo bueno de todo esto es que también les enseñó a los chicos a ayudarse entre ellos. El que tiene zapatillas en mejores condiciones y no le toca jugar de entrada se las presta al compañero que no tiene un calzado adecuado para jugar", dijo la mujer.


El equipo Sureño-Búbica está conformado por 25 niños de entre 12 y 15 años. Todos juegan los partidos competitivos, aunque esto no les garantiza su continuidad en el equipo. Quien no respete las normas incluidas en el decálogo debe abandonar el grupo. Reglas que se basan en cuatro pilares fundamentales: el respeto, la honestidad, la colaboración y el estudio. "Tienen que respetarse a sí mismos, a mí y a los demás. Deben ayudarse entre sí para poder funcionar como grupo y respetar las pertenencias del otro. En el equipo no hay lugar para los amigos de lo ajeno, tampoco para los que no se toman el estudio en serio. Siempre les pido que me presenten las libretas para ver cómo van en la escuela. Al que tiene malas notas le doy un ultimátum para que mejore, si no, debe abandonar el equipo. Hasta ahora ninguno abandonó, a pesar de que todo resulta un sacrificio para ellos", sostuvo.


La DT contó que el domingo pasado tuvieron que tomar dos colectivos para llegar hasta el Barrio Las Garzas donde tenían que jugar. Salieron a las 10 para poder llegar a tiempo al partido pautado a las 15. Recién a las 18 emprendieron el regreso a casa. Durante ese tiempo sólo comieron un sánguche de mortadela, lo único que pudieron comprar luego de hacer una "vaquita".
 

  • "Enseñarles fútbol a los chicos es sentirme viva, sobre todo luego de superar un cáncer de páncreas que me alejó del arbitraje".
  • "Mi gran recompensa es que mis primeros alumnos me reconozcan en la calle y me cuenten cómo el fútbol y mis consejos mejoraron su vida".
  • "Cualquier chico puede aspirar y lograr cambiar su mala realidad, sólo necesita tener la oportunidad de ver que no es imposible".