Tres mujeres se  llevaron la mirada  de todo el Cantoni. Es que estaban presentes cuando su número salió sorteado y de esa manera se quedaron con una  de las 322 viviendas disponibles para tres barrios de Chimbas: Conjunto Único, Díaz Norte y Pedregal. 

Son tres mujeres luchadoras a las que les sobrarán motivos para brindar esta Navidad, y dentro de un tiempo podrán pasar las fiestas en su casa propia.

 

  • María Eva Rodríguez, un premio a una vida de trabajo

 

La mujer dejó  su trabajo un poco antes para seguir desde el Cantoni el sorteo, pero se enteró mientras iba en el colectivo que su número había salido  sorteado. "Vengo llorando desde la calle Cortínes", dijo mientras tomaba un mate cebado por su sobrina quien fue la encargada de darle la buena noticia por teléfono.

María lleva más de 10 años esperando, se inscribió después de quedar viuda con sus dos hijos a cargo. El tiempo pasó, los chicos crecieron y se quedó sola. Para pagar el alquiler trabaja como dama de compañía de una mujer mayor a quien considera como parte de su  familia.

Aunque su número salió en el lugar 12, la mujer siguió sentada en su lugar como incrédula  de lo que estaba viviendo. 

  • Isabel Álvarez y un techo para una familia numerosa

 

La mujer de 50 años no estaba en el Estadio, pero sí su hija Micaela.  Fue ella quien ya había perdido las esperanzas, cuando en el último lugar disponible para personas con disponibilidad  escuchó  el número 006.  Inmediatamente lo supo, era el número de su mamá quien tiene a cargo a un tío suyo con retraso mental, que hace pocos días celebró sus 54 años, y cinco hermanos. 

"Esto va a cambiarles la vida", afirmaba sin poder dejar de llorar y mientras era consolada por sus amigas que avisaban en su casa la buena noticia "Le salió la casa a la Isa", afirmaban a los  gritos a sus interlocutores.

  • Silvina Costa y un premio a la perseverancia

Los aplausos fluyeron y fue fácil identificarla. La mujer se fundía en un abrazo a su pequeña hija de 12 años mientras lloraban desconsoladas. Es que desde que se separó, cuando la nena nació, esperan por una casa.

"Es un regalo al esfuerzo que hice para criarla, es de ella", dijo la mujer mientras no dejaba de abrazar a Martina. 

La mujer hace comidas, trabaja de empleada doméstica y "todo lo que se le presente" para criar a su hija. 

Martina firmó que desde que "es chiquita" acompañó a su mamá a hacer los trámites al IPV. "Yo jugaba por ahí y ella presentaba papeles", agregó.