Hubo agresiones de ambos lados y en ningún momento la guerra mediática encontró un freno. Sin embargo, llegado el tan esperado día del homenaje, las lágrimas pudieron más. Diego volvió a pisar la Bombonera después de 12 años, la hinchada lo recibió a pura ovación y el Diez no pudo evitar el llanto. Ahí nomás, mientras caminaba por el verde césped, recibió la plaqueta de parte del club que sentenció la paz. Miguel Angel Brindisi y Hugo Perotti fueron los encargados de dársela en mano.

 

El amor de Diego por Boca y viceversa pudo más que cualquier rivalidad política y todo se resolvió de la mejor forma, con un merecidísimo homenaje. Ya con la plaqueta en mano, el ahora entrenador de Gimnasia besó el pasto de la Bombonera y despertó nuevamente una tremenda ovación entre los concurrentes a La Bombonera. Ahí, el mismo Diez comenzó a susurrar los cantitos que en multitud expresaba la hinchada. Pura emoción.

Luego, cuando Diego se dirigía al banco, y quedó más cerca que nunca de la gente de Boca, las lágrimas volvieron a surgir. Encima, lo acompañaban sus hijas Dalma y Gianinna, además de su nieto Benjamín.