Un golpe de autoridad. Un puñetazo en la mesa del campeonato. Un grito gutural. Un abrazo que es mucho más que un mensaje. Un triunfo necesario, revitalizador y que puede ser determinante con Defensa y Justicia y también Boca a la expectativa. Racing desactivó todas las alarmas con una victoria a la altura de un puntero de campeonato.

Incluso antes del pase exquisito de Cvitanich y la definición a la altura de Licha de Lisandro López, a los 29 minutos, la Academia merecía ampliamente la ventaja por determinación, concentración, decisión y juego. La movilidad del trío Zaracho-Fernández-Cardozo, la subida de los laterales (más que nada Saravia) y la jerarquía de los delanteros resultaron un combo devastador para Godoy Cruz y para los miles de futboleros que se sentaron, un lunes a la noche, a ver cómo Racing salía del sopapo que le metió River y del desplante de Centurión a Coudet. El festejo de Licha con su entrenador fue testimonial en ese sentido.

Y la salida la encontró en un regreso a las fuentes, en hacer lo que hizo entre cada caída en el Monumental, en respetar la esencia que le dio el Chacho... Un Chacho que volvió a tomar decisiones pesadas: si post Libertadores cambió medio equipo, ahora sacó a Cristaldo y puso a Cvitanich. Y Cvitanich jugó para no salir más.

Otro aliado de Racing fue el arquero Arias, con esa doble tapada fundamental segundos antes de la muy buena definición de Zaracho tras un pase perfecto de Pol Fernández.

Godoy Cruz actuó de partenaire por exclusiva responsabilidad de Racing, que lo maniató, lo superó, lo atacó y no lo perdonó (y eso que no le dieron dos penales). Los momentos de cierto floreo, luego del 3-0 de Zaracho, le dieron forma a una noche reivindicatoria en todo sentido. Porque Racing volvió al lugar que ocupó en la mayor parte de la Superliga: esa punta que comparte con Defensa y Justicia.