Los momentos difíciles, en muchos casos, pueden ser el detonante de nuevas oportunidades. Sólo se trata de ser creativos, poner voluntad y un ingrediente que nunca falla: amor por lo que se hace, más si se trata de productos que alimentan. Esta fue la clave de La Chipería San Juan, un emprendimiento creado por madre e hija tras haber perdido sendos trabajos en pandemia. La idea surgió de sus saberes, de sus habilidades heredadas y de las ganas de salir adelante elaborando "chipá", un panificado que identifica a todo el Litoral argentino, caracterizado por tener su origen -como tantas otras preparaciones-, de la fusión de la cultura de los pueblos precolombinos y los conquistadores españoles.


Esta breve reseña refiere a Patricia Medina (48) y a su hija Antonella Taruselli (24), ambas nacidas en Formosa y radicadas en San Juan desde hace poco más de 11 años, cuyos padres y abuelos, respectivamente, se dedicaron siempre a la gastronomía, una tarea que hicieron propia y ahora les permite vivir.


Patricia llegó a la capital sanjuanina para hacerse cargo del equipo de ventas de una empresa y la provincia la atrapó. "Antonella era muy chiquita y nos gustó tanto San Juan que aquí nos quedamos. Hace seis años nació mi hijo Constantino, renuncié a ese trabajo, luego tuve otro que perdí los primeros días de mayo porque la empresa prescindió de varios empleados. A la par Antonella había dejado de trabajar dos semanas antes en una Fundación. Así es que nos quedamos ambas sin trabajo y ¿qué hacíamos? Todo era incertidumbre hasta que en una de esas tantas conversaciones que tenemos como mamá e hija nos pusimos a cocinar comidas típicas de nuestros pagos. Allá la alimentación tiene una impronta muy marcada porque muchas cosas contienen almidón de maíz, harina de mandioca, frutas, y en ese momento nos pusimos a hacer chipá, pero hicimos tantos que le invitamos a los vecinos del barrio y les encantó. Así fue que decidimos vender chipá hasta que nos saliera alguna otra cosa", cuenta Patricia, quien ya decidió que esta actividad vino a su vida para quedarse.

Luego se sumaron los scones estilo escocés de queso o panceta ahumada y queso, y recientemente los tequeños -comida típica venezolana-, que son bocaditos de queso envueltos en masa sedosa que se acompañan con aderezos. En tanto los chipá se presentan en diferentes variedades: salame, jamón, chedar, provenzal y panceta ahumada. Verdaderas delicias.


Patricia tiene formación en Relaciones Públicas y manejo de equipos de trabajo, y Antonella en comunicación (está próxima a recibirse de licenciada en Comunicación), herramientas que sin duda son muy útiles al momento de la comercialización que se acoplan perfectamente a sus conocimientos sobre comida regional.


La otra idea que terminó de cerrar para armar el negocio es que los productos llegan a cada hogar por delivery o bien buscándolos por su casa del Barrio Bancario -ubicada en Echeverría y Brasil-, congelados para cocinarlos en 15 minutos cuando el cliente quiere. De ese modo conservan todas sus características y se consumen frescos y sabrosos por un lapso de seis meses siempre que se mantengan con el frío correspondiente (1 o 2 grados bajo cero). Además cada pack contiene todas las indicaciones de conservación y horneado.


"Estoy muy sorprendida de las buenas repercusiones que tuvo el negocio y cómo ha crecido gracias a la gente que probaba los productos y los recomendaba a otras personas. Antonella sumó las redes sociales y así muchos colaboraron con la difusión", dice Patricia. 


Los tequeños se incorporaron por idea de una mamá venezolana cuyo hijito era compañero el año pasado de Constantino en el jardín y forjaron una amistad. Así comenzó a elaborar estos bocaditos típicos de Venezuela. 


Para tomar magnitud del crecimiento que tuvo este emprendimiento, alcanza con saber que comenzaron elaborando un día a la semana y ahora ya son tres, esto sin contar que pronto se sumará otra persona para ayudar en la producción.


"Estamos reorganizándonos porque, gracias a Dios, tenemos mucha demanda y somos las dos solitas para todo. Así es que tenemos bien distribuidas las tareas, yo estoy más en la cocina, y mi hija más dedicada a redes sociales, distribución de los productos y todo lo que haga falta", agrega.


Indudablemente lograron formar un gran equipo entre ambas que promete seguir creciendo. "Pensamos remodelar un localcito que tenemos para que la gente pueda comprarlos directamente ahí. Es nuestro próximo paso", cuenta Anto.


Patricia también hizo un curso de manipulación de alimentos online dictado por el Ministerio de Salud Pública del Gobierno de San Juan para sumar conocimientos sobre el tema y preparase para lo que se viene.


El ingrediente extra: "Amor por lo que hacen", también fue heredado como las recetas que preparan. "Mi mamá y mi papá fueron gastronómicos siempre y los seis hermanos aprendimos a elaborar alimentos con nuestras propias manos desde chicos. No recuerdo cuándo empecé a hacerlo, sí sé que cada vez lo hago con más cariño", agrega Patricia.


Antonella también supo cultivar estas tradiciones norteñas, al punto que la búsqueda de recetas de sus abuelos maternos viene de vieja data. "Siempre me gustó cocinar recetas de mi familia materna y también de mi abuela paterna que era fanática de la cocina. Actualmente, a raíz de la repercusión de lo que hacemos, se ha contactado mucha gente que tiene recuerdos de cuando yo era más chica y llevaba comida tradicional a la casa de mis amigas y conocidos", relata Anto.


La idea global, además de poner al alcance de la mano estos productos diferentes, es que los clientes puedan resolver rápidamente un momento especial, un cumpleaños, o darse un gusto, teniendo en cuenta que en 15 minutos están listos para servir. Por el mismo motivo es que ya trabajan en otras exquisiteces que pronto serán puestas a consideración de sus clientes.


Los golosos que quieran probar todas las variedades de chipá pueden adquirir un pack con todos los sabores a 250 pesos. 
 

El dato


FB e Instagram: lachiperiasj 


Teléfonos: 264 4631140/264 5478855


El origen 


De acuerdo con la documentación heredada de los misioneros jesuitas que llegaron en el siglo XVII a la región delimitada por los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay, se sabe que ya en ese momento existía un pan de mandioca elaborado por los indios guaraníes que habitaban toda esa área.


La introducción a la cultura guaraní de ganado bovino y aviar traído por los jesuitas hizo que la cocina autóctona incorporara los ingredientes provenientes de Europa. Fue así que los guaraníes aprendieron a consumir carne bovina, leche, manteca, queso y huevos, además de incluirlos en sus preparaciones. 


De esta manera tomó forma el actual chipá, que es elaborado con harina de mandioca, queso duro, leche, manteca y huevos (en el sur de Brasil se lo conoce como pão de queijo) y que se sirve en restaurantes y casas de familia, pero también se vende en la calle. Este pan tiene forma de bollo pequeño (no más de 5 centímetros de diámetro) y es crocante por fuera y tierno por dentro, con un marcado sabor a queso.


En la gastronomía del noreste argentino (que comparte con la cocina paraguaya por su origen guaraní) existen otras variantes del chipá. Es así que se preparan en restaurantes y hogares el chipá guasú, que consiste en un pastel elaborado con choclo, o el chipá so'o, que es el mismo pastel relleno de carne vacuna picada (lo que se conoce como so'o en guaraní).

Por Myriam Pérez
Fotos: Gentileza